• Grandes Famosos!

    David Beckham


    Nombre Real    David Robert Joseph Beckham
    Fecha de Nacimiento    1975-05-02
    Lugar de Nacimiento    Leytonstone, United Kingdom

    Nacido el 2 de mayo de 1975 en Leytonstone, David Beckham sufrió en su infancia varias decepciones a causa del fútbol. Rechazado por el Leyton Orient y el Tottenham, el sueño de ser futbolista que tenía David parecía romperse. Hasta que apareció el Manchester United y decidió incorporarle a sus divisiones inferiores. Beckham tenía 16 años y sólo uno después ya debutó con el primer equipo. Fue en un partido de la segunda ronda de la Copa de la Liga ante el Brighton.

    Considerado la joya más preciada de la cantera, Beckham debió esperar hasta el 2 de abril de 1995 para debutar ante el Leeds en la Premier League. Llegó a un equipo ganador y su presencia ha servido para engrandecer aún más la historia del United.

    Convertido en el heredero de Eric Cantona, del que tomó el número 7, Beckham no tardó en eclipsar a las demás estrellas del club y pasó a ser un futbolistas venerado por la afición. Y mucho más desde que en la primera jornada de la campaña 96/97 marcó un gol desde el centro del campo ante el Wimbledon en Selhurst Park. Ese tanto terminó por despejar las dudas de los más escépticos sobre la calidad de Beckham.

    Desde ese instante, la imagen de Beckham trascendió a lo futbolístico y su figura comenzó a valorarse en función de los millones de euros que era capaz de generar. Incluso el barrio de Waltham Forest, en el que vivió David hasta los 13 años, quiere sacar partido. Las autoridades locales han organizado una visita guiada que empieza en el hospital Whipps Cross en el que nació Beckham; pasa por el Centro de Deportes Peter May, donde comenzó a jugar al fútbol; el canódromo de Walthamstow, donde David trabajó recogiendo vasos, y la escuela Chase Lane, la primera a la que acudió el futbolista.

    El Manchester United, que vive rodeado de gloria y glamour en la actualidad, pasó su particular travesía del desierto en los años 70 y 80. Fueron 26 temporadas de decepciones y tristezas para sus aficionados que se acabaron en 1993, cuando el equipo liderado por Bryan Robson y Eric Cantona ganó la Liga. El francés, que había llegado del Leeds, se convirtió en el ídolo de Old Trafford y en el espejo en el que se miraban los jóvenes de la cantera.

    Entre esas imberbes promesas se encontraba David Beckham, que ya había debutado con el primer equipo en un partido de Copa de la Liga, pero que aún aguardaba con impaciencia la oportunidad de incorporarse a la plantilla profesional.

    Sir Alex Ferguson supo dar entrada poco a poco a esos jóvenes talentos y Eric Cantona pasó a ser su guía en la Premier. Ryan Giggs, Paul Scholes o Nicky Butt soñaban con ser como el delantero galo, pero el elegido para llevar el 7 en su camiseta cuando Cantona anunció su retirada fue David Beckham.

    Beckham aprendió de Cantona todo lo que significaba ser el líder de un conjunto como el United, se fijó en cómo vivía una estrella y la importancia que tenía su comportamiento para el resto del equipo. El discípulo ha terminado superando al maestro y la trascendencia mediática de Beckham es infinitamente superior a la que tuvo Cantona, que, sin embargo, aún es el dueño del corazón de gran parte de los seguidores, que consideran a Eric el mejor jugador en la historia del club.

    El Manchester United se hizo famoso en los años 50 por ser capaz de reunir una magnífica generación de jugadores, que bajo la égida de Sir Matt Busby revolucionaron el fútbol británico. En los 90, Sir Alex Ferguson fue incorporando a la primera plantilla jóvenes procedentes de la cantera, conocidos como “Ferguson babes” y que pasaron a ser considerados como los herederos de aquellos “Busby babes”.

    Esos futbolistas se han convertido con los años, no sólo en la columna vertebral del Manchester United, sino también en la de la selección inglesa. Son, entre otros, los hermanos Phil y Gary Neville, Paul Scholes, Nicky Butt y, por encima de todos, David Beckham.

    De todos ellos, Beckham ha sido el jugador de más calidad, el más vistoso para los aficionados, que han terminado por convertirle en el icono del club y de todo el fútbol británico. Su ascendencia sobre el resto de jugadores y sobre los seguidores del equipo es incalculable.

    Lo que años atrás representaron para el United Duncan Edwards, Bobby Charlton, Dennis Law, George Best, Bryan Robson o Eric Cantona, ahora lo representa David Beckham. Cuando aún le restan varias temporadas en activo, Beckham puede presumir de ser uno de los dioses más venerados en el Teatro de los Sueños.

    El Manchester United, ya asentado como club dominador en Inglaterra en la década de los 90, mantenía una urgencia histórica: una Copa de Europa en color. Y la tuvo. Fue en la temporada 1998/99. El rival, el Bayern de Munich. El escenario, el Camp Nou, que mantuvo el morbo de la posible presencia del Real Madrid en la final, rápidamente descartado por la eliminación en cuartos de final a manos del Dínamo de Kiev de Shevchenko y Rebrov.

    Beckham, líder de un equipo que trasquiló a dos equipos italianos por el camino (Inter y Juventus), trataba de igualar la gesta de George Best, que hizo campeón de Europa al United en 1968 frente al Benfica (4-1). La cosa pintaba mal en la final. La rocosidad alemana, aderezada con la rápido gol de Basler (6′), convertía al Bayern en el eterno favorito a un título como representante del balompié alemán, aquél del “al fútbol juegan once y siempre gana Alemania” que dijo Gary Lineker. Pues no. En un final increíble, nunca visto, calificado como “El minuto del siglo”, Sheringham (91′+) y Solskjaer (93”+) le dieron la vuelta a la tortilla y la generación de los ‘Fergie Babes’ ya tuvo su Santo Grial, el que le dio respeto en el continente, lo que siempre aprecian los británicos pese a su tendencia a mirarse el obligo en las islas.

    Beckham no anotó en la final, pero fue uno de los indiscutibles de un Manchester United que, además, se llevó la Premier League y la Copa de Inglaterra. Mejor, imposible.

    David Beckham, sucesor en la selección inglesa del impacto mediático que supuso otro crack como Paul Gascoigne, se llevó en el Mundial de 1998 el mayor disgusto de su carrera deportiva. En el partido de cuartos de final contra la selección argentina, el más encarnizado rival inglés, Beckham se echó a su país encima con un gesto de perdición. Le lanzó una patada sin balón al ‘Cholo’ Simeone, reconocido provocador ‘a la argentina’, y dejó a los suyos con diez cuando más lo necesitaban. Después, Argentina pasó en los penaltis (2-2 y 3-4 en los penaltis).

    Contra Beckham cargó la prensa sensacionalista inglesa. La casa de sus padres se llenó de pintadas echándole la culpa. Decidió, pues, huir de vacaciones a Nueva York con Victoria Adams, la Spice Girl, la mujer de su vida. Y allí concibieron a Brooklin, su primer hijo.

    Tuvieron que pasar partidos y partidos hasta que Beckham recuperara el crédito de la afición inglesa, no sin pruebas duras como jugar como internacional inglés en Anfield, el campo del Liverpool, que no le perdonó su militancia ‘diabólica’. Pero el caso es que consiguió rehabilitar su imagen. Eso, y el gol de falta frente a Grecia con el que metió en el último minuto a Inglaterra en el Mundial de Corea y Japón. Eso, y su concurso en el 1-5 a Alemania (1 de septiembre de 2001), le dieron altanería y confianza en el equipo nacional. Sven Goran Eriksson le dio la capitanía y en el Mundial 2002 colaboró en la victoria ante Argentina que le redimió del pecado de cuatro años antes.

    La relación entre David Beckham y Sir Alex Ferguson ha ido del amor al odio en las últimas temporadas. Desde que el técnico le dio la alternativa en la Premier en un lejano 1995, Becks siempre había sido la estrella, ese jugador especial que la mayoría de los entrenadores sueñan con tener. Sin embargo, todo ha cambiado en los últimos meses.

    Beckham dejó de ser indiscutible y a Ferguson parecía molestarle la vida social de David. Las desavenencias se hicieron públicas y notorias cuando después de un partido ante el Arsenal, el técnico bajó a los vestuarios y golpeó una bota que terminó impactando en la cara de Beckham, que recibió varios puntos de sutura en su ceja izquierda.

    Desde ese instante, ninguno de los dos se preocupó por ocultar sus diferencias e incluso Ferguson ha declarado públicamente que no quiere verle más en el equipo y había pedido al club que le traspasara.

    La paciencia de Beckham se agotó cuando Ferguson le dejó en el banquillo en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones ante el Real Madrid. El United terminó ganando gracias a dos tantos de Becks, que había sustituido a Verón. Después de ese partido Beckham ya lo tuvo claro. Quería irse del Manchester United .

    Florentino Pérez es como el rey Midas. Todo lo que toca lo convierte en oro. Con las ideas muy claras en cuanto llegó a la presidencia en su segunda intentona electoral (2000), recuperó para el Madrid a los mejores jugadores del mundo. Si el Barcelona había presumido de contar con Cruyff, Neeskens, Simonsen, Maradona, Schuster, Laudrup, Romario, Stoitchkov, Ronaldo y otras estrellas, aunque históricamente no les había sacado partido en cuanto a títulos salvo en el apogeo del ‘Dream Team’ de Cruyff, el mandatario del Madrid tenía claro que el camino a seguir debía cambiar. No sólo títulos, que caían ya con Lorenzo Sanz (la Séptima y la Octava). Futbolistas de renombre para impulsar la mercadotecnia, para aprovechar la estela del Manchester United como el club que más recogía de la venta de productos asociados a una marca.

    Y así empezó con el portugués Luis Figo, uno de los golpes de efecto más espectaculares de la historia del balompié, madridista desde la campaña (2000/2001), tras militar en el eterno rival, el Barcelona. Siguió con Zinedine Zidane (2001/2002), fichado de la Juventus de Turín, el futbolista con más clase del momento. La presente campaña fue el no va más: ¡Ronaldo!, el sucesor de Pelé, el que dejó tirado al Barcelona de José Luis Núñez para fichar por el Inter de Milán. Parecía imposible, pero, al final, en un tenso culebrón que empezó ya en el Mundial de Corea y Japón, el brasileño acabó de madridista. Ahora, con Beckham, Florentino Pérez cierra un cuadrado mágico, donde no caben las excusas. El Real Madrid sigue siendo el mejor club de fútbol de la historia y el que más expectación levantará. Se lo ha ganado por títulos y por el nombre de sus futbolistas.

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